Existe una gran ironía en el momento de la implementación de la estrategia, pues a pesar de que todo el mundo reconoce lo importante que es, a menudo se olvida cuando las cosas se ponen difíciles. El día a día se vuelve una trampa donde parece no haber tiempo para centrarse en los elementos generales que mantendrán a la organización avanzando. Esta es una de las razones más comunes por las que las estrategias fracasan.
La mejor solución que proponemos para lo anterior, es apegarse al “RITMO ESTRATÉGICO” para el cual será importante que establezcamos los tiempos y los momentos adecuados. Como un buen director de orquesta, llamar a las personas relevantes en los momentos relevantes para que todo vaya teniendo sentido; eso no quiere decir que tienes que tener la orquesta tocando todo el tiempo, así no funcionan las sinfonías, cada uno tiene sus momentos, cuando entra, cuando sale, que tan frecuente, cuándo aceleran, etc. Sin embargo, aún antes de poder establecer este ritmo estratégico hay algunos elementos que deben de tener sólidos cimientos para mantener el ritmo estratégico a flote:
1. Un plan listo para la ejecución: Es aquel que ha sido estructurado y formulado de tal manera que le da la mayor oportunidad de ganar tracción en la organización, aumentando así sus posibilidades de éxito.
2. Compromiso y priorización por parte de los líderes. Los líderes no solo necesitan respaldar la estrategia, sino que deben participar en el éxito de esta, lo que significa asegurarse de que haya propietarios para cada proyecto, no dejar que los plazos se deslicen, transmitir su conocimiento y pasión por la estrategia al resto de la organización y asistir a reuniones.
3. Gobernanza en torno a la estrategia: ¿Con qué frecuencia se reunirá para discutir la estrategia? ¿Qué formato tomarán esas discusiones y con el apoyo de cuáles reportes? ¿De dónde proviene la información y qué tan confiable es?, etcétera.
Una vez con lo anterior, es momento de definir todo acerca de las reuniones estratégicas, las cuales tienen como objetivo final ejecutar (y adaptar) su plan estratégico para alcanzar la visión. Y para hacer que eso suceda es vital tomarse el tiempo para dar seguimiento.
No importa el nombre que se le dé, por ejemplo, rendición de cuentas, evaluación de desempeño, comité directivo, revisión gerencial, informes trimestrales, reunión de líderes o reunión de análisis estratégico (RAE). Lo importante, es recordar que una reunión de estrategia no es una discusión sobre la operación de su organización, sino que es un momento para poder analizar y cerrar el ciclo de retroalimentación entre lo planeado y lo que está sucediendo en el día a día, en términos de avance de proyectos, comportamiento de los indicadores y gestión de los riesgos.
El despliegue de las reuniones depende del diseño de la estrategia (número de niveles, de planes, etc.) y de la propia cultura de la organización. Es posible que encuentre que para usted sea más que suficiente tener dos reuniones mensuales para analizar su estrategia, por ejemplo: una reunión para revisar el progreso de sus indicadores y otra para enfocarse en el avance de los proyectos + una reunión operacional semanal.
Como recomendación, si está buscando un buen punto de partida, esto es lo que sugeriríamos:
Una reunión mensual con el equipo de liderazgo, comité estratégico o el equipo Marte, donde se vea el avance a nivel objetivo estratégico. Seguida por una sesión asíncrona por área de enfoque, en esta se podrá ver mayor nivel de detalle de los objetivos estratégicos, pero sólo con el personal involucrado. Adicional a estas reuniones, un reporte trimestral a manera de comunicado a todo el personal donde compartirá los aspectos más destacados del progreso contra la estrategia y los equipos que han dado un impulso particularmente grande. Finalmente, trate de alentar a los líderes de su equipo a incluir un espacio de reunión estratégica en sus propias reuniones de equipo - esto puede ser más corto (15 minutos estaría bien), pero es crucial para garantizar la ejecución de la estrategia en cascada a todos los niveles de la organización.